Y sí, tenía que pasar. ¿Por qué? Se me ocurren varias razones: la globalización, la necesidad de tener un medio para expresarme, la insoportable le vedad del ser, y Perón, entre otras cosas. Pero creo que el principal motivo de que me haya sumado al popular delirio de sentir satisfacción al publicar estupideces en la interné, es, por sobre todo, el ABURRIMIENTO que conlleva la masiva disponibilidad de tiempo que experimento con mi nuevo de estilo de vida. Al principio pensé "Genial, ahora voy a tener tiempo para mí". Buenísimo. ¿Y ahora qué? Ahora me cago de embole.
No alcanza con tener tiempo, gastarlo en mí está bueno, pero fui descubriendo que la parte entretenida es gastarlo en otros. Ya sé, ya sé, debería ser al revés, pero tengo 17 años y la efervescencia hormonal obra de forma misteriosa (como Dios, y el Monkey Island).
Mientras tanto la gente del viejo ámbito sigue adelante, qué conchudos (¿Resentida?, ¿YO?), y no tengo con quién compartir mis para nada emocionantes vivencias. Ya ni el toga me da bola (hecho determinante en la creación de este cambalache). El otro día acaricié a un gatito en la calle, mi gata me olió y ahora no me habla. Maldita ley del hielo. Mientras le rogaba que me perdone, la respuesta me golpeó fuerte en la cara. No, fue la puerta de vidrio que da al jardín, contra la que me di la jeta sin darme cuenta que el chobi estaba del otro lado. Qué gata conchuda. No importa. Me estaba fortando la frente mientras pensaba que no tenía a quién contárselo (visto que la gata había huído ante mi sutil acercamiento), cuando instantaneamente (cual Kodak) la respuesta me llegó: "¡LA MINITA DE LA CHICA DE AL LADO ES LA DE MECÁNICA POPULAR PARA NIÑOS!... Ah, y debería hacerme un blog."
Sé que es bastante flojo, pero la esperanza es que los posts mejoren con el tiempo. O no.