martes, 23 de febrero de 2010

La Fiesta Interminable

Yo siempre quise hacer una gran fiesta.
Eso es lo primero y principal que tengo para decir, y habiéndolo dicho, comienzo a contextualizar el update.
Hace un par de días uno de mis amigos más antiguos tuvo el atrevimiento de asestar, durante una charla de msn, dos comentarios bastante insolentes:
Comentario insolente nro 1:

Juano:
Ah, che, eso te iba a decir
Hacete las tetas
De una
Ya
¿No te parece?
Suma banda de puntos
Speak-No-Evil:
Chupame la concha, pelotudo.

Como este muchacho encuentra placer en mortificarme desde 6to grado, y por lo tanto ya estoy curada de espanto, no me tomé muy a pecho (o a pechos, mejor dicho) su comentario. Sin embargo claramente después de decirle algo así a alguien, no podés esperar que el horno esté para bollos, y aquí viene el comentario insolente nro 2:

Juano:
Bueno, eso y otra cosa, pero la segunda es medio bardera
Espero que no te lo tomes a mal
No me gustó tu último post
Me pareció medio salamín con queso
"Miren qué bien la pasé"
Speak-No-Evil:
Jaja, está bien, era la intención.

En realidad lo primero que pensé fue "Jaja, te voy a cortar la verga", pero como me pareció un abuso de la invocación de los genitales a modo de insulto decidí quedarme en el molde y no armar quilombo.
Si bien es evidente que la finalidad de mi último update era demostrar con una dosis de humor lo bien que la pasé, quizás no haya sido tan entretenido leerlo como fue escribirlo, y ni hablar vivirlo. Jeje.
En fin, existiendo la posibilidad de que mi amigo tenga razón (porque será un conchudo sin tacto, pero boludo no es), me pareció prudente redactar un nuevo update, en un acto de redención. Además, ya era hora.
Bueno, luego de esta breve introducción se estarán preguntando ¿qué tiene que ver todo esto con una fiesta?, y es aquí donde comienza la verdadera historia que os voy a contar.
Como la mayoría de ustedes sabrá (puesto que la mayoría de ustedes estaba invitada, y si no lo estaban, por algo será), el jueves 4 de febrero
(en realidad el 5 a la madrugada)
festejé mi cumpleaños. La fiesta tuvo lugar en una casa de dos pisos, que si bien no es donde vivo, es de mi propiedad, y forma parte del terreno.
Todos los años festejo mi cumpleaños en la casa donde vivo, la cual cuenta con una pileta y un jardín extenso. Sin embargo, el concepto nunca fue "descontrol". Siempre fueron eventos tranquilos, con pileta, cerveza, choripanes y castillos inflables (no, no es joda), algunas veces de día, otras de noche, pero nunca un quilombo. A todo esto debe agregársele la combinación de dos factores: primero, cumplo en vacaciones de verano, y segundo, vivo en Olivos. Con los años comencé a entender que tomando en cuenta estas últimas dos cosas, si quería que a mi cumpleaños viniesen 25 personas, tenía que invitar 70.
Confiando en las cifras de años anteriores envié la invitación a mi cumpleaños, solo que esta vez, el concepto sí era "descontrol", sexo drogas y pop de los 90s. Debo de haber invitado a unas 100 personas, confiando siempre en que iban a venir 30, e incluso dejé abierta la posibilidad de traer amigos, puesto que mucha gente no conocía a nadie y no tenía con quién venir.
Efectivamente, vinieron 30 personas, solo que cada una trajo 3 amigos. Así, a las 3:30 de la mañana, encontré la casa copada por 90 personas, la mayor parte desconocidos, o quizás conocidos, pero gente con la que he intercambiado 3 palabras en mi vida. Para colmo, aunque esto no ha de ser una sorpresa tratándose de una fiesta organizada por mi, citando las palabras de un invitado: "el 80% de la fiesta tenía bolas".
Sin embargo no es de esta fiesta que habla el título. No señor, esta fue una gran fiesta, pero para las 7 de la mañana la casa estaba... no en orden, pero al menos seguía en pie. No, el título de este update refiere a otra fiesta, una que tomó lugar en los más recónditos lugares de mi mente. Verán, durante las últimas semanas he encontrado dificultades a la hora de conciliar el sueño, y cuando lo logro, por lo general tengo pesadillas. Mis pesadillas son muy particulares, no son terroríficas, son desesperantes. Muchas veces sueño que tengo algo que hacer, algo que quiero hacer, y que es importante para mi, por ejemplo, ir a la noche al recital de una banda que nunca voy a tener la oportunidad de volver a ver. Supongamos que el recital es a las 9, bueno, el sueño comienza a las 3, y a medida que va avanzando el tiempo se van sucediendo una serie de eventos y obstáculos que imposibilitan que yo llegue a tiempo al recital, y cada vez que flanqueo uno, le sucede uno nuevo. Finalmente me despierto, sin haber soñado con el recital, pero habiendo soñado con una serie de acontecimientos desesperantes.
En fin, sin más rodeos, me propongo relatar el sueño que tuve unas semanas después de festejada la fiesta:
Soñé que era mi cumpleaños. Soñé que lo festejaba. El festejo no era en la casa donde aconteció realmente, sino en mi casa, que es más grande. Con esta leve diferencia, la noche transcurría de modo más o menos similar a como fue en la realidad, sin embargo, para las 4:00 de la mañana, no había 90, sino 180 personas en la fiesta. La casa estaba absolutamente tomada, había gente en todos lados, en la terraza, en mi vestidor. Yo, claramente, y al igual que en la vida real, poseía un bajo nivel de sangre en mi torrente alcohólico, la estaba pasando bomba, y obviamente me sentía el Dios de la joda, habiéndome mandado una fiesta para casi 200 personas. Sin embargo, conforme avanzaba la noche, la gente no terminaba de irse, y para eso de las 9:00 de la mañana, quedaban todavía unas 30 personas.
Cansada, con 10 horas de joda encima, comenzaba a pedirle a los invitados restantes que se retiren, pero pocos hacían caso.
Mientras tanto, mi fiesta había sido todo un suceso, puesto que no hay tantas cosas que hacer un jueves a la noche, y la bola se había corrido por la ciudad. Fue así, que todos los merqueros y reventados, en busca de un after party, comenzaron a caer en mi humilde hogar. Para las 10 de la mañana mi morada se hallaba una vez más rebosante de gente, solo que esta vez no eran mis amigos, sino un público bastante menos agradable, y alarmantemente más turbio. El after continuó, y la gente siguió llegando. La bola ya se había extendido a que había una fiesta diurna en una casa con pileta, y empezó a llegar gente con la intención de pasar el día de joda bañándose. Para las 3 de la tarde, después de que la situación estaba totalmente fuera de control, y yo sin fuerzas para seguir pidiéndole a la gente que se fuera, los vecinos, que tenían las pelotas llenas porque la fiesta ya llevaba 16 horas, decidieron llamar a la policía.
La policía vino. Oh, sí que vino. Comenzaron a echar a la gente, a pedirles que por favor volviesen a sus casas. Yo estaba totalmente dispuesta a hacerme cargo de todo, del quilombo con la cana, con los vecinos, siempre y cuando me dejaran en paz, se fuesen a sus casas y me dejaran dormir. Pero era bastante la gente, y con un patrullero no alcanzaba, así que tuvieron que pedir refuerzos. Los refuerzos llegaron como dos horas más tarde, como todo lo que está a cargo de la municipalidad. Para ese entonces, los policías del primer patrullero habían conversado con la gente, se habían servido vasos de cerveza y ya estaban integrados a la fiesta. Cuando el resto de los canas entró a redar el lugar (yo recibiéndolos encantada, e indicándole por donde empezar a echar a los malditos ocupas), los primeros, en un estilo muy Supercool, les dijeron algo tipo "¡Eh! No, está todo bien, son unos copados estos pibes". Mirada cómplice va, mirada cómplice viene, y los refuerzos se unen a la fiesta. Se empiezan a llamar a través de los radios: "Patrullero 154, hay una ALTA fiesta en tal lugar, vengan para acá". Mientras tanto, siendo como las 8 de la noche, yo llevando 32 horas despierta, y 21 de fiesta, les pedía encarecidamente "¡¡¡POR FAVOR, LLÉVENSELOS!!! ¡NECESITO DORMIR!".
Para las 10 de la noche la fiesta estaba infestada de policías, totalmente enfiestados, revoleando los gorros y tomando cualquier cosa que estuviese al alcance de la mano. Entonces, un pensamiento terrible surcó mi quemadísimo cerebro: ERA VIERNES. Lo empecé a notar. La crowd del viernes, arribando, listos para más joda, listos para romperla. YO SOLO QUERÍA DORMIR.
Y fue ahí cuando me desperté, TOTALMENTE exhausta y estresada, aun después de haber dormido 12 horas.
Eso es lo que yo llamo 24 hour party people.
Yo siempre quise hacer una gran fiesta.
Para cerrar con un toque de cultura, y por sobre todo, esnobismo:

"When the gods wish to punish us, they answer our prayers."
Oscar Wilde