lunes, 26 de julio de 2010

La llamada

"El universo no será justo, pero seguro tiene sentido del humor"
Esa y otra frase son lo único que rescaté de Sex & the City, y eso que me fumé las 6 temporadas. Terrible como suena, esa oración no deja de regir mi vida por más que lo intente. Un buen ejemplo de ello sería mi sábado por la noche. Paso a elaborar:
Habiendo salido miércoles, jueves, y viernes a romperme la cabeza con quienes serán referidos como "los franceses", el sábado me encontraba liquidada, y sin ninguna expectativa de salida, incluso llegué a considerar la idea de irme a dormir temprano. Resultando la última tarea imposible, comencé a evaluar la variable de un encuentro breve, un "booty call", si se quiere. No es que haya abandonado mi no dating policy, pero ésta conlleva ciertos problemas, entre ellos que estoy que ardo. Así que sin ser una cita, concluí que una monedita para el desahogo no es romper las reglas.
Esperé un par de horas webeando en la huev (¡ba-dum-pshh!), a ver si el caballero en cuestión se conectaba. Hiciéronse las doce y pico, y finalmente decidí quitarme el maquillaje, ponerme el joggin', clavarme las cremas para la cara y adjuntarme la caja de Honey Nuto's, todo lo cual me tomó aproximadamente 45 minutos. A mi regreso encontré que el muchacho se había conectado, e incluso me había hablado, sin embargo toda encremada y con una caja de copos a medias en la mano, el panorama no pintaba bien. Lógicamente blasfemé, cerré el msn, me metí en la cama y tomé los asuntos en mis propias manos. Si uno quiere algo bien hecho, tiene que hacerlo uno.
4:07 am
Pirú-pi-piru-birú-bip-piru... (así suena mi cel)
Número privado, pienso que es uno de los franceses.
Yo: ¿Holagj?
X: ¿Hola, Nati?

Ahí me doy cuenta que no es el francés.

Yo: Sí... ¿Quién habla?
X: Un amigo al que te encantaría conocer.

No sonaba como un turbio, de hecho, por como hablaba, sonaba como un cheto de la UBA, alguien que fue a ORT, o a un colegio inglés y se cree muy pillo, además, sabía mi nombre. Decido seguir charlando.

Yo: Ah... ¿Cómo es tu nombre, amigo?
X: Brian ¿Dónde estás? ¡Uh, me acaba de pasar un auto a mil!
Yo: En mi casa durmiendo.
X: (Comentarios de fondo) Uhh... ¿Sola estás durmiendo?
Yo: Sí... Sola. (Ahí la situación no pudo más que resultarme kármicamente divertida. Divertida y terrible)
X: ¿Y por qué sola, Nati?
Yo: Porque falló mi booty call.

Ahí, medio dormida, pienso que se trata de mi amigo Juano.

Yo: Ahhh, ya sé quién sos...
X: Soy Brian, ya te dije.

No, no era Juano. Supongo que tampoco era Brian, pero qué más da, seguí charlando.

X: Decime, Nati, te hago una pregunta. ¿Vos sos creyente?
Yo: Depende.
X: ¿Depende?
Yo: Claro, creo que me estás molestando.
X: Bueno, pero supongamos que sos creyente, creés en Dios, todo. Dios es bueno, es bueno, pero vos te mandaste bastantes cagadas en tu vida, así que como Dios es bueno no te va a mandar al infierno, pero te va a castigar, y tu castigo es que solo podés tener sexo en una posición el resto de tu vida, ¿cuál sería?
Yo: ¿Brian?
X: Sí.
Yo: Andá a tu casa... Hacete la paja... Y dejame tranquila.
X: Mmm... Bueno, la primera sí, la segunda puede ser, y la tercera (no sé que me dijo)... Te llamaré en un horario más apropiado.
Yo: Ajá. No puedo esperar.

Corto. Claramente la conversación no ha sido transcripta al pie de la letra, pero eran las 4 de la matina y eso es todo lo que recuerdo.

De más está decir que no había forma de que me volviese a dormir después de eso. Me quedé despierta hasta las 8 de la mañana escuchando Tom Waits y regodeándome en mi propia melancolía, en fin, todo muy sano. Conectose mi amigo Juano, quien me confirmó que a las 4 de la mañana estaba durmiendo y que no sabía quién podía haber sido este tal Brian. Totalmente trasnochada y confundida me tomé un vaso de cindor y haciendo un esfuerzo sobrehumano logré dormirme. Soñé cosas terribles.

Moraleja de la historia: no intentes combatirlo, el sábado a la noche es para salir y no hay tu tía. Brian, entregate, tu nombre es horrible.